El Sol se enojó. Ya nadie cree que Él es dios.
¡Qué herejía! ¡Qué desilusión!
Él, fuente de energía celestial con centauros a su disposición y planetas joviales que lo adoran, tiene la cara llena de manchas por la rabia al ver opacada su corona. Envía vientos solares hacia el Ande y se hincha volviéndose cada vez más monstruoso y gigantesco.
Con una mano lanza centellas y todos los rayos que encuentra hacia los pobladores: rayos gama, X, UV, catódicos, laser, ultravioleta y hasta los rayos de su microondas personal. Castigará a los andinos y disolverá los hielos, los carámbanos y los Entonces, Eva Yupanqui morderá la manzana del único árbol sobreviviente y nuevamente Él será el dios Sol.
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