lunes, 29 de noviembre de 2010

Robocátibo

Vi la piel del hombre abrirse y derramar un líquido viscoso, térreo. El contagio de la nueva bacteria mortal a través de los canales de oxígeno es inmediato; una maniobra de Robocátibo, la maldita máquina fuera de control. Los enfermos se revuelcan, chillan estrepitosamente, tienen el pecho sangrante, los ojos saltones.
Robocátibo me ordena deshacerme de los cuerpos desfallecientes que se acumulan. Obedezco. Les echo piedras y rocas encima. Los moribundos levantan los brazos frenéticamente tratando de desenterrarse y respirar, aferrados a la vida. Termino de cubrirlos.
No tengo esperanzas de encontrar otros humanos como yo que no se hayan contagiado de la Muerte Gris. Dentro de poco seré el único sobreviviente de la Colonia Symca que respira oxígeno.
Y quedaremos solamente él y yo.

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