Había llegado el momento de regresar. La nave no encendía motores y Cristóbal pensó que habría sido más fácil colocar velas y tener buen viento, como antaño.
Del otro lado del mundo conocido, descubrió las tierras vírgenes, si por tierras se puede hablar de suelos cubiertos de plata y oro. Eso podría ser un vergel, con buenos ojos para encontrar tierra cultivable, manos para plantar y espaldas fuertes para cargar.
Cristóbal regresó a casa y habló de su descubrimiento. Poco después, llegaron a Marte los robots a esclavizar cualquier tipo de vida que tuviera manos, ojos o espaldas.
Así, el nuevo mundo se convirtió en un campo de batalla y los muertos abonaron las tierras.
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